Francia tampoco cerró bien la fase de grupos, pues palmó contra Túnez en un partido intrascendente -aunque relevante en lo histórico-, pues Les Bleus ya estaban clasificados y, muy seguramente, como al final ocurrió, como líderes. La fase de grupos de los balcánicos tampoco fue exquisita, pero les sirvió para pasar como segundos, por detrás de Marruecos. Por ejemplo, Iniesta era uno de esos y en algunos momentos, como la prórroga de aquella final, podía resucitar a los muertos y sanar a los enfermos.